He aprendido que de lo normal, la verdad es la más obvia, pero
cuando no nos gusta la verdad inventamos excusas, tanto para
nosotros como para otros. He aprendido que nos gusta cerrar los
ojos y los oídos para mantener la ilusión un poco más, cuando en
realidad quien te quiere te busca, quien te extraña te llama, quien
te ama no te engaña, quien es tu amigo lo demuestra, que las
relaciones significan tiempo invertido y deseo de pasar tiempo con
las personas que significan algo para ti. Y que si no son así,
están jugando contigo, y si no eres así, estás jugando un poco con
los demás.
También he aprendido que normalmente nunca entenderemos el
sufrimiento que les hemos provocado a los demás hasta que otros no
nos provoquen el mismo tipo de sufrimiento a nosotros. Pero que
también nunca entenderemos que aunque alguien nos hizo daño, a lo
mejor no fue con intención o con pura maldad hasta que nosotros no
le provocamos a otra persona el mismo tipo de sufrimiento y nos
damos cuenta de que probablemente hemos juzgado demasiado duro a la
persona que nos había hecho sufrir, que no son unos monstruos,
igual que yo no soy un monstruo cuando le provoco a alguien el
mismo tipo de sufrimiento, o parecido, sin haber sido ese mi
objetivo.